domenica 30 marzo 2014

El Buscator de la belleza

El Buscador de la belleza

Tan lejana, Emilia. Viene de Taiwán y se ha licenciado en Italiano en Junio de 2013 en la Universidad Católica de Fu Jen. Tan cercana, Emilia: desde el 2010 participa en la Escuela de Comunidad que se hace en la universidad. De don Giussani, que ha conocido a través de sus libros, dice «nosotros estamos juntos por él». En 2013, durante la Vigilia Pascual, ha recibido el bautismo.
¿Cuándo has encontrado Comunión y Liberación?
 Hace tres años. En Facebook había visto las fotos de algunos compañeros del curso de italiano que habían venido con vosotros a Italia, al Meeting. He buscado información en Internet y he encontrado el calendario de actividades de CL. Entre los eventos, había el encuentro semanal de Escuela de Comunidad. Me presenté. Estaba nerviosa, no conocía a nadie pero todo el mundo me trató con simpatía. Desde entonces, no he faltado a ningún encuentro.
¿Qué fue lo que te atrajo?
La amistad. Siempre he tenido muchos amigos, pero eran relaciones superficiales: se hablaba de la última película estrenada, de un nuevo modelo de bolso, que el tal y la tal otra se habían juntado. Una velada alegre, un poco de risa, todo terminaba allí. En cambio durante estos encuentros descubrí que podía ser yo misma, hablar de las experiencias más verdaderas y aprender de los demás.
¿Cuándo pensaste en el bautismo?
Nadie me lo sugirió directamente, pero a menudo hablábamos de Dios, de Jesús. Aún no lo conocía pero, de alguna manera, sabía que Él me estaba esperando. Recuerdo bien el día en que me preguntaste si quería participar al curso de catequesis. Dije que sí. Y el sábado por la tarde, después de la caritativa en la parroquia de Tai Shan, donde enseñaba inglés a los niños, comencé a hacer catequesis con Lele y contigo. Tres actividades que pronto se convirtieron en una cosa sola: la caritativa, el lugar donde aprendía a dar algo de lo mío; la catequesis, donde era yo quien recibía; la Escuela de Comunidad, donde compartía la vida con los demás.
¿Cuándo oíste hablar de don Giussani?
En Fu Jen, con ese grupito de estudiantes, estábamos leyendo un libro suyo, El Sentido Religioso. Era una lectura interesante: don Giussani utiliza ejemplos sacados de su experiencia y te hace entender cosas que tú sólo no podrías alcanzar. Después fue el turno de Huellas de experiencia cristiana, El sentido de la Caritativa. Ha habido los manifiestos de Navidad y de Pascua. Recientemente, me han pedido la traducción de partes de un video sobre don Giussani y dos textos de la Fraternidad de CL. Me llamó la atención una frase que dijo en Roma el 30 de mayo de 1998: «El protagonista de la historia es el mendigo, o sea el corazón del hombre mendigo de Cristo y Cristo mendigo del corazón del hombre». Pensaba en Jesús como un rey, un Dios todopoderoso, y no como un mendigo. Después he entendido. Jesús es aquel que desde siempre me espera. Mientras yo lo buscaba, Él me estaba esperando.
¿Qué te sorprende hoy de la experiencia de CL?
Siempre me ha llamado la atención la belleza, la de los cantos y de las imágenes, la belleza de nuestra amistad. Desde que vivo esta experiencia, el mundo para mí es como una gran casa donde  cada persona que encuentro es un hermano, una hermana.
Cuando en Taiwán llega alguien de CL es como si llegara un viejo amigo. En 2011 estaba en Italia, en Roma. Tú me habías dicho que fuese a visitar a las monjas en la Magliana. Llegué delante de su casa, llamé, pero no había nadie. Estaba a punto de irme cuando vi a dos chicas: pensaba que eran estudiantes, sin embargo eran novicias. Les dije que era amiga de don Paolo y de don Lele, hemos charlado durante un largo tiempo. Después hemos cantado, porque en CL se canta siempre. Por último, les enseñé una canción en chino: cuando escribieron la transcripción, la emoción me hizo llorar de alegría.
¿Cómo piensas hoy en don Giussani?
Era un buscador de la Belleza, nosotros estamos juntos por él. Por él vosotros os habéis hecho curas y monjas y habéis venido a Taiwán. Cuando encontraba palabras difíciles de traducir, Lele me decía: reza a don Giussani para que te ayude desde el paraíso. Pienso en él como una persona viva. Si lo encontrara ahora, le besaría las manos para darle las gracias. Si no fuera por él, no habría CL. Sin CL, no me hubiera bautizado. Y sin el bautismo, no estaría feliz como estoy ahora.